viernes, 30 de marzo de 2012

Derecho a la igualdad: derecho a ser diferente. Cultura, igualdad y equidad

Es precisamente el marco de la cultura, el que nos permite comprender el sentido de la diversidad. Desde otra perspectiva, el “diferente” se sale de la norma, es lo inesperado, es el alienado, es lo que hay que eliminar para preservar lo que nos conserva.

Entender y respetar la diversidad nace de la convicción de que cada quien tiene derecho a ser especial, y en la misma lógica, cada comunidad cultural tiene derecho a ser respetada en sus especifi cidades. La diversidad es un producto de movimientos sociales y educativos que reclaman el derecho a la diferencia.

Las políticas públicas tienen, actualmente, el reto de buscar un equilibrio entre igualdad y diversidad, entre igualdad y equidad, entre justicia y eficacia, entre interculturalismo y reconocimiento de lo propio, entre libertad y responsabilidad. Llevar esta política a la práctica sigue siendo lo más complicado, y de manera regular, lo no logrado. Cuando hablamos de igualdad o de diversidad lo hacemos desde las diferencias entre seres humanos, para ser eliminadas o protegidas.

El problema de la igualdad es un problema de justicia, mientras que el problema de la diversidad es un problema de identidad. Pero también podría argumentarse que el de la igualdad es el problema de cómo hacer frente a las diferencias adscritas, anteriores a la libertad y la responsabilidad individuales, pero el de la diversidad es el problema de cómo asimilar las diferencias adquiridas, producto de la libertad de los individuos y que deben ser aceptadas por éstos con responsabilidad. De acuerdo a Fernández Enguita, (2002) la primera lectura es más acertada, aunque también puede ser unilateral. La segunda es claramente parcial, aunque contiene un elemento de verdad. En cualquier caso, cada uno de esos tipos de diferencia requiere de nosotros una respuesta específica.

No es el caso de dejar a las instituciones públicas responder a estas situaciones ya que “la impersonalidad de las instituciones públicas es el precio que los ciudadanos debieran pagar gustosamente por vivir en una sociedad que nos trata a todos como iguales, cualquiera que sea nuestra identidad étnica, religiosa, racial o sexual en particular,” (Baumann, 2001:18). ¿Atenta la igualdad contra la diversidad? No, son las instituciones públicas las que deben responder al reto, son los agentes que las habitan las que tienen en la mano la respuesta “¿Es la diversidad una forma de desigualdad?

No hay comentarios:

Publicar un comentario