miércoles, 25 de marzo de 2015

MUJERES TRANS Y CONFLICTO ARMADO EN COLOMBIA: AFECTACIONES ESPECÍFICAS Y RETOS PARA LA IMPLEMENTACIÓN DE LA LEY DE VÍCTIMAS

Lina Tatiana Lozano Ruíz* y Nancy Prada Prada**

Introducción

Este texto da cuenta de algunos de los resultados de la investigación realizada por el Grupo Interdisciplinario de Estudios de Género (GIEG), de la Universidad Nacional de Colombia, en el marco del Programa de Investigaciones Académicas – 2011, de la Dirección Archivo de Bogotá, en su componente de Memoria y Derechos Humanos.1 La investigación realizada presenta diez historias de vida de mujeres trans, quienes producto del conflicto armado y los impactos diferenciales del mismo sobre sus vidas (fundamentalmente por el hecho de tener identidades de género no normativas), se vieron forzadas a dejar sus lugares de origen y desplazarse forzosamente hacia Bogotá. El texto está dividido en cinco apartados. El primero de ellos, titulado “Anotaciones metodológicas”, presenta de manera somera la metodología que se siguió en el proceso investigativo. La segunda –“¿Qué significa ser una persona con experiencias de tránsito por el género?”– introduce los conceptos básicos respecto a las identidades de género no normativas, mostrando cómo lo trans es una categoría política que cuestiona el binarismo de género y la heterosexualidad obligatoria. En el tercer apartado, “Consideraciones previas sobre las afectaciones diferenciales del conflicto armado en personas trans”, se retoma la información pertinente de los escasos estudios previos que documentan las afectaciones de personas LGBT en el marco del conflicto armado colombiano.


¿Qué significa ser una persona con experiencias de tránsito por el género? 


De manera general, se entiende por “trans” aquellas personas que habiendo sido asignadas al nacer con un sexo y género determinado, transgreden esta asignación y encarnan un sexo o género distinto del que se espera socialmente. Cuando una persona nace, hay una asignación sexual (niño/niña) que se hace según una lectura interpretativa de los cuerpos, (presencia/ausencia de pene). Ante todo, en estas “asignaciones sexuales” se establece y asume a priori la identidad sexual de los sujetos, por una especie de imperativo que impone la coherencia del cuerpo: hombre (con pene)/ identidad masculina/heterosexual y mujer (sin pene)/identidad femenina/heterosexual. Este orden se asume como “natural” e incuestionable y trata de ser aplicado a todas las personas. Sin embargo, existen experiencias que cuestionan este modelo, haciendo evidente su carácter artificial –aunque no por esto exento de implicaciones materiales– como es el caso de las personas trans. Los lugares de identidad que exceden este sistema de inteligibilidad que organiza los cuerpos, dividiéndolos entre mujeres y hombres, son leídos socioculturalmente como desviados, anormales o abyectos (Butler, 2001) y explicados como tal desde la psiquiatría y la medicina. En la primera mitad del siglo XX, a partir de los estudios de grupos de personas con identidades de género no normativas por parte de los sexólogos Hirschfeld y Benjamin, se empiezan a definir dos categorías diagnósticas para denominar estas experiencias y expresiones: travestidos y transexuales; las cuales eran comprendidas como trastornos sexuales o mentales y como anomalías dentro de un orden de género binario. Estas categorías fueron apropiadas por el discurso médico-psiquiátrico y ya para la década de los ochenta se introdujo el diagnóstico del “transexualismo” como trastorno mental en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales DSM-III de la APA; en 1994, en la siguiente versión de este manual, se transformó la “transexualidad” en “disforia de género” y aparece la categoría de “trastorno de la identidad sexual”, abarcando un espectro aún más grande de experiencias que terminarían siendo patologizadas. En respuesta a estos procesos, desde el movimiento social de personas “trans”, aparece el término “transgénero” como una forma de autonombramiento que buscaba abarcar diferentes expresiones de tránsito, que no nece- 81 Mujeres trans y conflicto armado en Colombia: afectaciones específicas y retos para… sariamente tienen como destino un cuerpo transformado a través de intervenciones quirúrgicas y hormonización. Sin embargo, “transgénero” terminó convirtiéndose en un término sombrilla que puede resultar problemático en la medida en que homogeniza múltiples experiencias que no necesariamente se relacionan entre sí. Para muchas personas la inclusión de las experiencias de tránsito por el género como trastorno mental es inadecuada dado que privilegia una mirada biomédica que […] es estigmatizadora, respalda una visión normativa de roles de género y hace más difícil el acceso a la asesoría médica especializada (particularmente cuando las personas no se ajustan a los criterios clínicos). Lo anterior ha significado un riesgo aumentado para su salud debido a que muchas personas terminan realizándose intervenciones por cuenta propia y/o a través de personal no calificado cuando los servicios de salud no responden a sus demandas (Paréntesis, 2012). Sin embargo, para algunas personas que se ajustan más a los parámetros clínicos de la transexualidad, la inclusión de sus experiencias en las clasificaciones biomédicas les ha facilitado el acceso a algunos servicios, especialmente los de salud (ibid.). Es importante mencionar que las experiencias y búsquedas de las personas que transitan por el género son muy variadas y no es posible enmarcarlas en unos itinerarios o formas únicas de estar en el mundo. La búsqueda no es necesariamente ajustarse a una categoría del binario hombre/mujer disponible, sino más bien sentirse cómodas con sus propios cuerpos, hallarse en su propia piel. El término “trans” como una forma de nombrar estas experiencias ofrece la posibilidad de referirse a múltiples y diversos tránsitos sin delimitarlos a una única expresión de los mismos. Más aún, lo trans es una posición política que emerge desde experiencias consideradas como “zonas inhabitables” y ubicaciones marginales en el mapa social. Las identidades políticas de las personas trans no son fijas sino que están en permanente construcción y crítica frente a las relaciones de poder que les confinan en estas posiciones subalternas. En ese sentido, “el propio cuerpo se convierte en una forma personal de asumir y reinterpretar las normas de género recibidas […] la reinterpretación de esas 82 Identidades, enfoque diferencial y construcción de paz normas mediante la proliferación y variación de estilos corporales se convierte en una forma muy concreta y accesible de politizar la vida personal” (Butler, 1996: 312). Aunque hay muchas experiencias de tránsito por el género de personas asignadas como mujeres en el momento de nacer que se mueven hacia lo masculino, en la investigación realizada, como mencionamos antes, no fue posible contactar a hombres trans que hubiesen sido víctimas del conflicto armado. De ahí, que todas las experiencias recogidas sean de mujeres trans, niñas trans, travestis, maricas o chicas trans, categorías que las mujeres entrevistadas usan para nombrarse a sí mismas.

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